El Silbón y Juan Hilario: En la Unión está la Fuerza

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Parece que fue ayer cuando estaba escribiendo ese primer artículo sobre El Silbón, quizá la leyenda venezolana más conocida junto con La Llorona. Leyendo recientemente e indagando un poco en internet, me topé con una leyenda que ilustra muy bien las enseñanzas del mito original, junto con los peligros del escepticismo: El Silbón y Juan Hilario.

Según la creencia popular, Juan Hilario era un hombre fiestero y mujeriego del estado Portuguesa, en el oeste de Venezuela. Este salió de fiesta durante una noche tormentosa durante el mes de mayo, aunque fue advertido de no hacerlo, pues los truenos presagiaban la presencia del Silbón en la zona. Sin embargo, Hilario se burló de la leyenda y salió de todas formas.

Chorro San Juan de la Montaña, Portuegesa, Venezuela [Williamsheredia, Wikimedia Commons, CC 3.0]

Mientras caminaba, Hilario escuchó el característico silbido del espectro, pero estuvo seguro de que solo se trataba de sus amigos que intentaban jugarle una broma, por lo que se burló de ellos. También volvió a mofarse de la criatura, quien no dudó en mostrarle cuan real puede ser.

Hilario fue golpeado una y otra vez por manos invisibles, y aunque intentaba defenderse como podía, parecía que más bien golpeaba el aire. Los ataques tampoco cesaron en ningún momento, dejándolo cada vez en peor condición.

No fue sino hasta que unos amigos y vecinos lo reconocieron que insultaron al espectro y le ordenaron irse. Luego de tal episodio, Juan Hilario prometió no volver a salir de fiesta, y mucho menos insultar aquello que no conoce.

Si bien es cierto que El Silbón habla primeramente sobre los ancestros y me recuerda a siempre honrarlos y aprender de sus experiencias, la experiencia de Juan Hilario también nos enseña que en la unión está la fuerza. Mientras que el pobre fiestero no pudo hacerle frente al fantasma, un grupo grande sí logró alejarlo.

Portugesa Plains, Venezuela [Carlos E. Perez S.L, Wikimedia Commons, CC 4.0]

He sido solitario desde hace muchísimo tiempo, aunque tuve una experiencia agridulce con un grupo Wiccano en Maracaibo en donde supe lo que era estar acompañado y de donde salió una amistad hermosa que sigue hasta el día de hoy.

Esa primera y única reunión años atrás cuando tenía más preguntas que respuestas, y cuando tenía mucho miedo de muchos temas, es un recuerdo que me demuestra el paso del tiempo. Sigo siendo inseguro sobre algunas cosas, pero tengo el valor de hablar fuerte y claro con respecto a otras.

Estar solo en mi práctica, físicamente hablando, me ha puesto a prueba en muchas ocasiones, y últimamente ha sido así muy seguido. No tengo compañeros a los que acudir, invitar, o con los que reunirme para discutir estos temas. Todos están lejos, todos están ocupados, y cada uno tiene sus propias responsabilidades. Sin embargo, un brujo nunca está solo.

Desde que empecé mi formación Reiki, me di cuenta de que trabajo muy bien con animales de poder, siento su energía durante las terapias y trabajos de brujería, desde hace tiempo incluyo y honro a los seres fae en mi día a día, sin mencionar a mis ancestros y espíritus guías. En mi familia dicen que tengo un zoológico (espiritual) por la cantidad de animales que me interesan, pero para mí es un grupo de apoyo, un ejército, y un grupo de amigos.

Muchas veces me he visto en apuros y les he pedido a mi gente, como les digo en conjunto, que estén con mi familia y amigos. En otras ocasiones los llamo a todos y les pido que me acompañen cuando siento que estoy en peligro, aunque ya sé que no siempre tengo que hacerlo.

Ser solitario tiene sus ventajas, como trabajar de la manera en que mejor prefieras, decidir qué aprender, cómo, cuándo, qué tanto, qué practicar, y así sucesivamente. Eres tu propio guía y aprendes a tu ritmo y comodidad. Sin embargo, los retos no son pocos. Debes desarrollar mucha confianza, cuidar de dónde sacas la información, y responsabilizarte por tus acciones.

Aprendí varias cosas hablando con ese grupo Wiccano de mis inicios, y sin darme cuenta empecé a seguir una de las indicaciones que una de las chicas me dio en su momento, tantos años atrás. Me siento feliz de haberlos conocido en ese momento porque eran lo que necesitaba para darme cuenta de muchas cosas, conocerme mejor, y conocer mejor la Wicca.

Dejé esa religión hace tiempo cuando dejó de resonar conmigo, cuando dejó de darme respuestas y comenzó a crearme inconformidad, pero fue un camino que me ayudó a llegar a los pasos del brujo (no tan) solitario. Aprendí que la energía divina siempre está aquí, descubrí el poder de los espíritus de la tierra, los ancestros, aquellos que vinieron antes de mí, y las personas cuyas historias me inspiran.

Hoy en día sigo con deseos de pertenecer a un grupo, de experimentar rituales públicos, con amigos, igual que lo hice cuando tuve las prácticas de Reiki durante mi formación como maestro, pero no lo necesito.

Recientemente, mi hermano convulsionó y se lastimó el brazo. Sé tratar una baja de azúcar, cómo asistirlo cuando tiene uno de esos episodios y no perdí tiempo para evitar que se desvaneciera frente a mis ojos, pero empecé a perder el control tan pronto como me dijo que el dolor en el brazo era demasiado fuerte y que aumentaba con cada segundo. No dejé de pedir y rezar mientras hacia mil llamadas por el teléfono. Mi mente se dividió en dos: necesitaba que alguien nos ayudara, pero también que mi gente estuviera con nosotros.

En poco tiempo tuvimos toda la ayuda que necesitamos, varias manos que se extendieron para sacarnos de esa situación hasta dejarnos casi como nuevos, y aún las estamos recibiendo. Todos los días recibo mensajes, noticias, recordatorios, y señales tanto del mundo visible como del invisible de que no estamos solos, nunca lo hemos estado, ni lo estaremos.

Guanare River, Venezuela [Carlos E. Perez S.L, Wikimedia Commons, CC 4.0]

Pensé que le tomaría mucho tiempo recuperarse, pero todos los días lo veo mejorar a pasos agigantados. Aunque sigue adolorido y necesita ayuda para varias cosas, como levantarse y acostarse en la cama, cada vez se le nota más el alivio, la paz, y vuelve a su carácter de siempre, solo que tiene inmovilizado el brazo izquierdo.

Sigo dudando de mí, porque luego de pasar todos mis años escolares siendo víctima de bullying tengo que trabajar en mi autoestima, pero desde hace tiempo he notado que a veces estoy en lo correcto. Como Hilario, a veces no me siento tan solo como parece que estoy.


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