¿Qué niño no conoce la existencia de Pandora? La primera mujer creada por Zéus es un símbolo de los errores, la avaricia, la mala curiosidad, desobediencia, arrepentimiento, esperanza, y puede que hasta la inocencia. Sin embargo, no recuerdo haber escuchado una variante venezolana cuando era pequeño.
Las leyendas sobre la creación del mundo abundan. Están en todas las culturas, en todas las mitologías, pero los primeros humanos parecen siempre ser los responsables de darle forma al entorno que habitan, semidioses por haber nacido antes que cualquier otro. Este es el caso de la Pandora venezolana, Caribay, quien cambió para siempre los Andes venezolanos por su codicia.
Cinco águilas, cinco picos nevados
Según las leyendas de los Mirripuyes, indígenas de los Andes venezolanos, la primera mujer en existir se llamaba Caribay, hija de Zuhé (el Sol) y Chía (la Luna). Se la consideraba un genio de los bosques aromáticos, capaz de imitar el canto de los pájaros.
Según la leyenda, Caribay estaba en el bosque como cualquier otro día, cuando de repente vio cinco águilas blancas que volaban por el cielo. Deseosa por adornarse con las plumas exóticas de los animales, Caribay las persigue siguiendo sus sombras en el suelo. En algunas versiones del cuento, ella le pide ayuda a su madre Chía, la Luna, y en otras decide cantar, enamorando a los animales, incluyendo a las águilas.
Cada una de ellas se posa en un pico, por lo que Caribay decide acercarse para finalmente tomar las plumas. Cuando intenta arrancarlas de la primera, se da cuenta de que los animales se han congelado y ahora están hechos de hielo. Con un grito de espanto, Caribay corre horrorizada, al tiempo que la luna se oscurece y las águilas vuelven a la vida.
Enfurecidas, las aves vuelan alrededor de sus respectivos picos, y cuando Caribay vuelve a mirar hacia atrás, se encuentra con que las águilas esparcieron sus plumas blancas, y los picos se han cubierto de hielo y nieve. Según dicen, este fue el origen de las sierras nevadas del estado Mérida: Pico Bolívar, Pico Humboldt, Pico el Toro, Pico el León, y Pico la Concha.
Somos Caribay
Para mí, esta es una leyenda que explica perfectamente los peligros de la codicia humana, y cómo esta se vuelve en contra de aquellos que la emplean. Desde niño me enseñaron a respetar la naturaleza, a no abusar de ella, y la historia de Caribay es un ejemplo perfecto.
Recuerdo particularmente que cuando me gustaba una planta, le arrancaba hojas y flores, y mi familia siempre me decía “¿A ti te gustaría que te arranquen el pelo?” Cuando pisaba un hormiguero porque era divertido ver a las hormigas abrirlo de nuevo, me decían que era “como si alguien pateara tu casa, y tus padres tienen que reconstruirla”.
Siempre me gustaron mucho los zoológicos, y recuerdo perfectamente cuando fui a uno con mis padres y un pavo real me llamó la atención. Me gustaba ir al circo a ver los animales que estaban allí. Más adelante, me enteré de que muchas veces son animales maltratados, que viven en condiciones penosas, y que son separados de sus familias desde que son crías, obligados a hacer cosas que en su mundo natural jamás tendrían que hacer.
A medida que pasó el tiempo, aprendí que los humanos no estamos por encima de la naturaleza, sino que somos parte de ella como cualquier otra planta y animal. Los grandes problemas de la humanidad han surgido a raíz de creernos más de lo que realmente representamos: una parte de un ecosistema delicado.
Al igual que Caribay, queremos tener, hacer, poseer, y llegamos a límites absurdos con tal de cumplir nuestros caprichos, y como ella, nos horrorizamos al ver el impacto de nuestras acciones. Muchas veces, no nos damos cuenta de que somos Caribay.
Su historia también me recuerda a que, como brujos, podemos ser capaces de ciertas cosas, podemos hacer algo que los demás no, pero eso no significa que seamos todopoderosos. No somos más que humanos que desarrollamos ciertas habilidades, igual que los artistas, atletas, matemáticos, y demás.
Esa ha sido una de las lecciones más duras que me ha tocado aprender. He hablado varias veces de mi padre, de cómo el cáncer lo destruyó, y de que muchas veces me culpé por no ser capaz de salvarlo. En ese momento, estaba seguro de que si podía hacer cosas que solo sucedían en novelas de fantasía, si tenía poderes, entonces deberían servir para algo, pero no fue el caso.
A medida que pasó el tiempo, intenté aceptar que yo jamás habría logrado una diferencia. Sin embargo, siempre recordaba a las personas que pude ayudar con cosas menores, y sentía que había fallado como brujo porque, de todos los que ha podido ayudar, no logré ayudar al hombre que me dio la vida.
Para mí, la historia de Caribay y las cinco águilas blancas enseñan sobre los límites que debemos imponer en nuestras acciones. Ignoramos aquello de lo que somos capaces hasta que nos vemos llevados al límite. Como una persona que trabaja con animales espirituales, también significa que las águilas se vuelven defensoras de la naturaleza y agentes de justicia divina, la nieve siendo su castigo.
The Wild Hunt always welcomes guest submissions. Please send pitches to eric@wildhunt.org.
The views and opinions expressed by our diverse panel of columnists and guest writers represent the many diverging perspectives held within the global Pagan, Heathen, and polytheist communities, but do not necessarily reflect the views of The Wild Hunt Inc. or its management.
The Wild Hunt is not responsible for links to external content.
To join a conversation on this post:
Visit our The Wild Hunt subreddit! Point your favorite browser to https://www.reddit.com/r/The_Wild_Hunt_News/, then click “JOIN”. Make sure to click the bell, too, to be notified of new articles posted to our subreddit.