Nota editorial: el siguiente artículo contiene referencias a la depresión y las autolesiones.
Mi historia con la depresión ha sido larga, fuerte, he pasado por momentos sumamente oscuros en donde pensé que perdería la batalla, y por mucho tiempo me pregunté si realmente habría una salida al final del túnel. Perdí la cuenta de las veces en que me acosté llorando, pensando en cosas de las que afortunadamente no me acuerdo, pero sí tengo plasmada en la memoria una foto que tomé cuando estaba deshecho en lágrimas, una foto que inmortalizó mis sentimientos como fue inmortalizado el dolor de la Princesa Carú.
La Leyenda
Cuentan las leyendas indígenas del estado Mérida que hace siglos vivió una princesa llamada Carú, hija del cacique de la tribu de los bailadores, la cual estaba profundamente enamorada de su prometido, el hijo del cacique de los mocotíes. Ambas tribus ansiaban el enlace y se preparaba una gran celebración en honor de los jóvenes.
Sin embargo, el día de la ceremonia, se escuchó el cuerno del vigía. Anunciaba la llegada de enemigos, una legión de hombres blancos vestidos de metal que venían a toda prisa. Los guerreros indígenas tomaron sus armas en el acto sin pensar en más que en la protección de sus familias y el honor de sus tribus. Según he leído, estos españoles pudieron haber estado liderados por Juan Rodríguez Suárez, un explorador que fundó la ciudad de Mérida, capital del estado homónimo, el 9 de octubre de 1558.
Se dice que el enfrentamiento fue muy disparejo, para infortunio de los indígenas, y que luego de que los españoles se retiraran estos recuperaron los cuerpos de sus caídos en batalla. Entre ellos estaba el prometido de Carú, quién rompió en llanto al ver el cadáver de su amor, lo tomó en brazos y tomó el camino de subida a la montaña, en cuya cima se decía habitaba el dios de la montaña, esperando que este se apiadara de ellos y le devolviera la vida a su prometido.
Fueron tres días de viaje tortuoso que le provocaron la muerte a Carú. La princesa, agotada y ya sin fuerza alguna, cayó al lado de su amado, aún llorando, y cerró los ojos por siempre abrazando el cuerpo de este. Conmovido por la trágica historia de estos dos jóvenes, el dios de la montaña decidió inmortalizar su amor creando una cascada con las lágrimas de la princesa indígena. Hoy en día, muchas personas visitan la Cascada de Bailadores, en el Parque La Cascada de La India Carú.
La Fotografía
En junio de 2016 salí de una relación tóxica que me tomaría tres años superar, y desde principios de ese mismo año varias situaciones y conflictos me llevaron a cortarme en secreto. Me había autolesionado durante mi último año del bachillerato, entre 2011 y 2012, y prometí que jamás lo volvería a hacer, pero el estrés laboral, problemas familiares, mis propias inseguridades, y fuertes discusiones que me golpearon emocionalmente me llevaron al borde del colapso.
La depresión volvió con toda igual o más fuerza que en mis años del bachillerato, me hizo perder interés en muchas cosas, y solo los libros me mantuvieron coherente, tanto el leerlos como escribirlos. Volvieron el insomnio, el estrés, la ansiedad, el desinterés, los pensamientos suicidas, y finalmente las autolesiones. No recuerdo bien cada cuánto lo hacía, pero sí que esperaba poder esconder las cicatrices el tiempo que hiciera falta. Si tuviera que decir un número, sería que al menos una vez a la semana me encerraba en el baño para llorar sangre.
Era lo único que me permitía respirar tranquilo por un momento antes de que la culpa y el remordimiento me destrozaran la cabeza. Siempre me decía que dejaría de hacerlo, que sería la última vez, que me volvería fuerte… Y luego volvía al baño a tomar la afeitadora, hundiéndome en mi propio pantano.
La noche del 25 de mayo de 2017 me sentía mal. Muy, muy mal. Lo suficiente como para volver a cortarme. Recuerdo que estaba sentado en el piso, justo al lado de la puerta, que tenía calor, estaba sudando, tenía la cabeza apoyada en la pared, mirando al techo. Vi los cortes, sentí el ardor de las heridas, las lágrimas que apenas empezaban a secarse en mis mejillas, y en un momento de impulsividad me tomé una foto antes de darme una ducha.
Las Secuelas
Juré que no volvería a hacerme daño, que no volvería a despreciarme de esa manera, y que de alguna manera saldría hacia adelante con mi vida. Esa fue la última noche en que me corté. Así como Carú pidió sanación con lágrimas en los ojos, así lo hice yo. Así como el dios de la montaña inmortalizó el dolor y el amor de Carú por su prometido, así lo hice yo con mi dolor y mi deseo de seguir vivo.
Cuando estaba en el bachillerato, drenaba mis emociones por medio del arte. Dibujaba, escribía, cantaba en secreto, y por varias situaciones que (creo) me traumaron al respecto dejé de hacerlo. Cuando volví a necesitar una vía de escape, más que antes, no supe en dónde encontrarla, así que me volví mi propio peor enemigo.
Hasta hoy, solo una persona conoce los detalles, y es algo de lo que no hablo. Sin embargo, han pasado tantas cosas desde entonces, tantos logros, tantas caídas, tantos cambios de todo tipo, que siento que finalmente puedo sentirme en paz con esa parte de mi pasado sin avergonzarme de ella o sentir que fallé.
Hace tiempo escuché que la única batalla que se pierde es la que no se lucha, y he estado luchando por años. He perdido y ganado varias peleas, pero estoy lejos de haber terminado con mis demonios. Aún tenemos varias cuentas que ajustar, y cada vez que necesité tomar fuerzas, vi esa foto para recordarme a mí mismo que no volvería a caer, no de esa manera, no otra vez. Hoy por hoy, tenía meses sin verla o recordarla, y planeo dejarla solo como eso, un recordatorio, quizás una imagen que los atrapó a todos, mientras que la fecha pasará a ser parte de mis celebraciones personales.
Tengo una página para ella desde hace años en mi Libro de las Sombras, pero ahora que tengo 25, casi 26 años, puedo decir que estoy preparado para recordar y honrar a ese muchacho de 21 que decidió no rendirse.
The Wild Hunt always welcomes guest submissions. Please send pitches to eric@wildhunt.org.
The views and opinions expressed by our diverse panel of columnists and guest writers represent the many diverging perspectives held within the global Pagan, Heathen, and polytheist communities, but do not necessarily reflect the views of The Wild Hunt Inc. or its management.
The Wild Hunt is not responsible for links to external content.
To join a conversation on this post:
Visit our The Wild Hunt subreddit! Point your favorite browser to https://www.reddit.com/r/The_Wild_Hunt_News/, then click “JOIN”. Make sure to click the bell, too, to be notified of new articles posted to our subreddit.