Nota del editor: esta columna incluye referencias a la violencia extrema contra las mujeres.
Hace tres meses mi familia y yo pasamos por una terrible experiencia. Por más de 24 horas, no podíamos contactar ni localizar a una de mis hermanas, estaba en camino a la playa pero nunca nos mandó un mensaje avisando que llegó bien. Entramos en pánico. Le mandamos mensajes. La llamamos. Le escribimos a sus amigas. Esperamos. Después, pudo contactarnos y explicó que no había tenido señal. Estaba bien. Tuvimos suerte. Estamos agradecidos.
Los impactantes y terroríficos titulares son frecuentes. “Una mujer fue brutalmente asesinada.” “Violaron y mataron a una niña.” “La encontraron muerta después de que hace meses había reportado a su marido por violencia.” Los inquietantes mensajes resaltan en las redes sociales. “Salí anoche con mi amiga y nunca llegó a casa. Por favor ayúdenme a encontrarla.” “Mi hija me mandó un mensaje anoche diciendo que el conductor la estaba llevando por otra ruta y no me escribió más.”
Las alarmantes estadísticas van en aumento. Cada día, son asesinadas 10 mujeres en México. 133 mujeres fueron asesinadas durante los 49 primeros días del 2020. Cada 24 horas desaparecen 20 mujeres en la Ciudad de México. Se registraron 1006 feminicidios en 2019. Hubo impunidad en más del 98% de estos crímenes.
Los nombres no se olvidan. Ingrid Escamilla, tenía 25 años, fue apuñalada, desollada y descuartizada por su pareja, sus imágenes fueron filtradas a la prensa. Fátima Cecilia tenía 7 años, fue secuestrada afuera de su escuela, su cuerpo fue encontrado en una bolsa de plástico con signos de tortura y abuso sexual. Minerva N., la primera víctima de feminicidio de 2020. Isabel Cabanillas de la Torre. María del Pilar González Llamas. Yaneth Rubí…
Las víctimas son usualmente culpadas. “No vestía ropa apropiada.” “Estaba fuera muy tarde.” “Estaba borracha.” “No debería haber estado ahí.” “Sus padres la descuidaron.” Algunos entran a la discusión y debate. “Los hombres también son asesinados”. “Esto no se trata de hombres contra mujeres, sino de gente buena contra gente mala.” “Las mujeres también matan.” “Está bien protestar pero no con violencia”.
Están furiosas. Están aterrorizadas. Quieren justicia. Piden seguridad. Lloran por sus vidas. Tuitean. Publican. Comentan. Se juntan. Salen a protestar, gritan sus exigencias, cantan, bailan, caminan tomadas de la mano, pintan paredes y monumentos. Las autoridades les piden de favor no pintar paredes ni puertas. Las paredes y puertas son limpiadas y arregladas. Salen a protestar de nuevo. Los monumentos ahora están protegidos y blindados.
Están convocando para un paro nacional. El próximo lunes 9 de marzo: #UnDíaSinNosotras / #ADayWithoutUs. Ni una mujer en las escuelas. Ni una mujer en las oficinas. Ni una mujer en las tiendas. Ni una mujer en los bancos. Ni una mujer en los medios. El paro fue impulsado por el colectivo feminista “Brujas del Mar”, del estado de Veracruz, usan el término ‘brujas’ “porque buscan reivindicar a aquellas mujeres que fueron perseguidas, cazadas y asesinadas por ideologías religiosas y de poder, mujeres de ciencia, mujeres con habilidades fuera del orden común, mujeres sabias e influyentes, mujeres rebeldes.”
Escucho que compañeras de mi trabajo están pensando en si irán a trabajar ese día o no. Leo comunicados de compañías mostrando su apoyo al paro. Leo que incluso un coven local, la Cofradía Wicca Luna Azul, se unirá al paro y cancelaron su celebración de luna llena.
El presidente culpa al neoliberalismo. El presidente dice que sus oponentes están usando esta situación en su contra. El presidente anunció que la venta de la rifa del Avión presidencial empezaría el 9 de marzo, posteriormente dijo no tenía en mente en que ese era el día del paro.
Observo. Leo. Escucho. Siento dolor en mi corazón y espíritu. Intento encontrar el balance entre no involucrarme demasiado en la discusión y no terminar siendo indiferente. Intento entender la diferencia entre que no es mi lugar para luchar pero que todos tenemos una responsabilidad que afrontar.
En mis meditaciones pienso en la paz y el balance. Pienso en responsabilidad y en los patrones que necesito cambiar, en los patrones que necesitamos cambiar. Mis pensamientos viajan y me pregunto si este es el regreso de la Diosa. Me pregunto si su renacimiento está sucediendo a través de las cenizas de la injusticia, de la ira, y del dolor.
Y frente a mi altar prendo una vela blanca y rezo. “Que las familias y amigos de las víctimas encuentren justicia y paz. Que las víctimas jamás sean olvidadas.” Me hinco y suplico. “Diosa, por favor protege a mi mamá, a mis hermanas, a mis tías, a mis primas, a mis amigas, a mi coven. Diosa, por favor, ¡protégelas a todas!”
Las opiniones y puntos de vistas expresados por nuestro diverso panel de columnistas y nuestros escritores invitados representan las muchas perspectivas divergentes de las comunidades globales paganas, paganas y politeístas, pero no necesariamente reflejan los puntos de vista de The Wild Hunt Inc. o su administración.
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