Columna: Nuestra Señora de Guadalupe

Pagan Perspectives


Nuestra columna periodista nuestro colaborador mensual, Jaime Gironés cituado la Ciudad de México, es la primera columna pagana que se publicó regularmente en español e inglés, y llevó a TWH a expandir su equipo de columnistas internacionales y expandir nuestras voces paganas al rededor del mundo.

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El tiempo cuando el velo entre los Mundos es más delgado y honramos nuestros ancestros acaba de pasar, estamos a casi un mes de las fiestas de invierno. En México, las celebraciones inician el 12 de diciembre, día de Nuestra Señora de Guadalupe. Según la tradición católica, del 9 al 12 diciembre de 1531 la Virgen de Guadalupe se apareció a Juan Diego. En este día, muchas escuelas y negocios cierran, mucha gente se toma el día libre y desde todos los rincones del país millones peregrinan a su templo, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México. Ahí le rezan, le expresan su gratitud y le cantan las mañanitas.

Es de esperar ver esta celebración llevada a las redes sociales, por lo que cada año alrededor de este día veo constantes publicaciones de personas expresando su amor hacia la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, lo que no es de esperar es ver comentarios ofensivos hacia estas publicaciones. Por ejemplo, alguien nuevo al Paganismo o la Wicca que orgullosamente comparte su primer altar donde puso la imagen de la Virgen de Guadalupe que ha estado en su familia toda su vida; y paganos o brujos respondiendo a la publicación diciendo enfadados “¡Ese no es un altar pagano!”, “¡Esa no es una Diosa!”; y una discusión inicia alrededor de algo que no debería haber estado abierto a debate, siendo una expresión de amor espiritual y devoción.

Muchos de estos comentarios me parecen invasivos e irrespetuosos. Primero, todos tenemos una relación personal con la divinidad. Segundo, no todos compartimos las mismas prácticas y creencias. Tercero y principalmente, lo que este símbolo representa va más allá del catolicismo.

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Entiendo que una virgen católica no puede ser equiparada a una diosa. Entiendo que para algunas personas la imagen de la Virgen representa opresión y subordinación. Sin embargo, para otros esta figura en específico ha representado todas sus vidas a la Diosa Madre, es el único concepto que tienen de la divinidad femenina, y es un concepto profundo y significativo.

Mi abuela solía decirme “Rézale a la Madre”, mientras señalaba su colgante de la Virgen de Guadalupe. No me decía “¡Mira! Esta es la Carga de la Diosa.”, mientras me explicaba los textos de Doreen Valiente. No me decía “Esta es la Doncella, la Madre y la Vieja.”, mientras dibujaba una triple luna. No, no me decía nada de eso. Ella me mostraba su amor a la Madre y me ensañaba que la Madre me amaba también. Esto siempre permaneció en mi corazón y luego me llevó a descubrir otras imágenes y nombres de la divinidad femenina, y a expandir mi relación con ella.

Aunque en mis practicas me refiero a la divinidad femenina como la Diosa o la Diosa Madre, o a veces utilizo nombres de diosas de distintas culturas y nunca uso el nombre “Virgen de Guadalupe”, le tengo mucho respeto a esta imagen. Veo a esta imagen como la guardiana y espíritu de esta tierra, como la cara local de la Diosa. Es un egregor, algunos dirían.

El año pasado, 7.2 millones de personas vinieron desde todos lados del país a la Basílica, en el cerro del Tepeyac. Algunos viajaron de rodillas, algunos por días. Caminaron kilómetros hasta que acamparon afuera del templo. Estaban hambrientos, cansados y con frío, solo para poder ver su imagen. En este cerro había un templo dedicado a la diosa azteca Tonantzin, Nuestra Señora Madre, madre de dioses y ha sido un sitio de peregrinación desde mucho antes que los conquistadores españoles llegaran. Hombres y mujeres solían ir al cerro diciendo “¡Vamos la fiesta de Tonantzin!”.

La imagen de Tonantzin ha prevalecido a través de los siglos. Ha cambiado, sí; pero ha prevalecido. Fray Bernardino de Sahagún escribió 500 años después de la conquista: “…y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.”

La Virgen de Guadalupe es un símbolo nacional no oficial que también se ha extendido en Latinoamérica. Fue una imagen usada en la Independencia. Fue una imagen usada en la Revolución. Es una imagen que aún se usa en protestas. Puedes encontrar un santuario dedicado en su honor en medio de la calle, puedes encontrar otro en la esquina mientas esperas un taxi, puedes encontrar su medalla columpiándose del espejo retrovisor del taxista. Puedes encontrar su póster en camiones. Puedes encontrarla afuera de una casa, dentro de una casa, en ropa, en joyería. Gente tiene su estampa entre las tarjetas de crédito de sus carteras. La puedes encontrar por todos lados.

No estoy diciendo que todos deberíamos adorar a la Virgen de Guadalupe ni llamarla con ese nombre. Sin embargo, sí creo que podríamos ser más respetuosos con otras personas, sobre todo cuando la gente expresa sus prácticas, especialmente si vienen de generaciones atrás. ¿Deberíamos aclarar diferencias entre una virgen y una diosa? Podemos. ¿Deberíamos explicar historia? Sí. Pero siempre con respeto. Siempre debemos mostrar respeto hacia las relaciones personales y encuentros con la divinidad.

El mejor ejemplo de este respeto al que me refiero viene de una orden derviche en México, la Orden Sufí Nur Ashki al Yerráhi de México. Ellos ven a la Virgen de Guadalupe como la soberana espiritual de México, y tienen la tradición anual de unirse a los peregrinos en la Basílica porque consideran esto como unirse al movimiento natural del gran alma del país. Si no me equivoco, esto lo han hecho desde que la orden llegó aquí, y empezó como una solicitud a la Virgen de Guadalupe para establecer la orden en su tierra. Esto para mí es la más bella y romántica expresión espiritual de respeto que he escuchado.

El Retorno de la Diosa es un tema frecuente en los círculos paganos y wiccanos, de cómo la humanidad necesita creer nuevamente en lo divino femenino y cómo esto beneficiaría a la humanidad. Esto no va a suceder repudiando la expresión actual más poderosa de la divinidad femenina, sino reconociendo su poder, prevalencia y supervivencia. Esta gente camina miles de kilómetros porque esta diosa ha permanecido en sus corazones generación tras generación, aun cuando le pusieron un “disfraz” u otro nombre. Y a lo mejor, así como tener ese amor en mi corazón me llevó a descubrir a la Diosa de otras formas, a lo mejor ese amor en los corazones ayudará a que Tonantzin regrese como lo que alguna vez fue.

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